El pregonero

Mariano Rajoy se sirve de los insultos para explicar su derrota

Era inevitable que la escandalosa sesión del Congreso de los Diputados, donde Mariano Rajoy ha intentando sin éxito ser nombrado presidente del Gobierno,   fuese una nueva demostración de chulería, prepotencia y gravísimas acusaciones que se acercan al delito contra el honor, algo que por cierto viene siendo habitual en determinados  acólitos del  presidente de un partido imputado por los jueces no solamente respecto a algunos de sus altos cargos, sino de su mismísimo presidente, que ha visto registrada su sede por la policía y acusados sus cuatro últimos  tesoreros, junto a la impresionante acusación, de hacer desaparecer pruebas que contenían sus ordenadores y que le acusan de manera directa y definitiva.

  Esto que ya lo ha dicho la justicia, se ha repetido en el hemiciclo por parte de Pablo Iglesias, es decir en sede parlamentaria. Pero por lo visto no se quiere reconocer en el PP y de esta forma, la airada reacción con graves insultos de portavoz del Partido Popular – del que dejaremos de nombrar por el momento porque no merece se le reconozca con otro nombre sino como «el innombrable», pese a que pueda llegar a ser nombrado ministro lo que sería un peligro para España – acusando a Pablo Iglesias de «haberse vendido por cuatro millones de dólares para defender a dictadores», Así se ha demostrado clara y definitivamente  lo que va a ser la política de «pactos y acuerdos» que va a poner en marcha el PP en cuanto sea nombrado Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España con el apasionado  apoyo de Ciudadanos de quien pronto se verán sus razones políticas para apoyar a tal tropa de corruptos.

Todo ello se habrá conseguido gracias a la colaboración definitiva de unos cuantos socialistas traidores al espíritu de 137 años de socialismo y tras un golpe de estado interno, patrocinado por «vendidos» al neoliberalismo como Felipe González y otros barones del nivel de Rodríguez Ibarra, del que nadie podría haber pensado algo parecido, cuando siempre se le reconoció como gran político y destacado socialista.

Si a ello se unen las presiones de los editoriales de El País, de los grandes empresarios que colaboran en la corrupción con sus aportaciones al recibir obras y beneficios varios, y de los miedos a lo que Europa nos prepara, se llega a la conclusión de que, lo ocurrido hoy en el hemiciclo del Congreso de los Diputados no es otra cosa que una muestra del enfrentamiento que por numerosas y graves razones será la norma del funcionamiento de la Cámara Baja durante los próximos meses que, por cierto será lo poco que durará la Legislatura que ahora parece va a comenzar, porque con estos mimbres no puede salir un cesto – Legislatura- de cuatro años, ni solución a los graves problemas de España.

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