
Fotos de Patricia Llaneza
Un año más Olga María Ramos reinó en la noche de San Isidro en Las Vistillas, eso no es novedad. Tampoco es novedad que tantas personas abarrotaran dicho lugar dispuestos a disfrutar lo que sabían que era una delicia absoluta, como cada año. A eso iban: a disfrutar, a reír, a sentir…y en definitiva, a compartir, porque entre el público se crea una camaradería única cuando cientos de voces se convierten en una sola coreando, piropeando a la artista, o en el implacable requerimiento final de : «¡otra, otra, otra…!» que es siempre tan parte del espectáculo como las plumas o los bicentenarios mantones.
Un años más la máxima demostración del arte y del casticismo. Rostros de amigos, de otros artistas y amigos (Ramón Arroyo, de Los Secretos y su mujer Silvia, Enrique García Requena e Isabel y un etcétera con el que no quisiera pillarme los dedos por olvidarme de alguien, así que lo dejo aquí). Así lo reconoce Olga María Ramos, tras su actuación en las fiestas de San Isidro.
Mención especial e imprescindible, como siempre, a la querida Vianey Lárraga, viuda de Agustín Lara y presidenta de la fundación que lleva el nombre del compositor mexicano y que el día anterior, por cierto, en un precioso acto en la SGAE, Vianey le entregó a Olga María, la Medalla de Agustín Lara para hacérsela llegar al Cipri, allá donde esté ese satélite mágico de nuestra cupletista, que sin duda ha recibido la distinción con un honor y orgullo infinitos. Gran compositor, escritor, ilustrador y tantas cosas más que sin duda merecen el premio que la prestigiosa Fundación ha querido otorgarle.
Olga María hizo una mención al acto del día anterior e invitó a Vianey Lárraga a subir al escenario. Ante ella, cantó «Farolito» a dúo con el Maestro Lara, por estas cosas de la magia tecnológica. Una auténtica gozada, de verdad. Pelos de punta.
Todo perfecto, como siempre, sin novedad. Calidad y calidez, buena música, enorme el maestro Pablo Jiménez al piano y una Olga María estratosférica en su salsa, que sigue deleitándonos y asombrándonos. Y como no podía ser menos y con la emoción contenida, la presencia de hijos y nietos dela saga del casticismo, encabezado todo ello por Olga María.
Como siempre. Como nunca (¿Cómo se come eso?)
Sin novedad también un sonido fantástico y unos técnicos de luz, sonido y producción que la aplaudían entre bastidores en ese gesto satisfecho, cordial, de cariño en Las Vistillas. Dice la artista del cuplé, «Me emocionó ver a nuestros chicos de negro batiendo palmas con ganas, sonrientes…disfrutando de La Cupletista. Ese final, haciendo casi pasillo en el escenario de los técnicos aplaudiendo a la artista fue otro de los momentos que a mí que lo vi, me resultó de los más emocionantes del concierto.
La protagonista, Olga, empezó con el cuplé frívolo y alegre, pasando al sentimiento en el momento justo y desgranando chotises maravillosos que hicieron que bailarines vestidos de riguroso Madrid, de punta en blanco, salieran espontáneamente a bailar para regocijo de todo el aforo del Foro.
Lo que si ha quedado claro, es que el cuplé sigue triunfando y el recuerdo al Cipri y a Olga Ramos permanece… y por muchos años. Prueba de ello es lo contemplado en Las Vistillas, en un San Isidro, lleno de demostraciones de arte, de casticismo y de admiración por la calidad y el sentimiento, a la sombra todo ello de una saga, que ha demostrado sigue viva y que queda plasmada en las imágenes y texto de la gran profesional que es Patricia A. Llaneza.
Sin novedad, Olga María Ramos bordándolo todo, impecable…Maestra.