
Textos y fotos de Olga María Ramos y Faustino Castilla
Este país, inmerso en la exaltación de los mediocres, ha olvidado a los que, por su valía, destacaron. El caso de mi madre no es aislado: ahí tenemos a Irene Gutiérrez Caba, José Bódalo o Ángel de Andrés, entre otros muchos. Mas volvamos a Olga. Su pérdida me fue especialmente dura ya que, además de ser madre y abuela entregada, era mi maestra con la que tuve oportunidad de compartir escenario durante más de 20 años. Vivíamos juntas y fue el motor de mi casa, incluso cuando ya apenas podía caminar.
Era vital y luchadora y afrontaba sus «goteras» con gran espíritu, quitándoles importancia; por eso nos sorprendió más su muerte. En cuanto a la pérdida como artista, ha sido enorme. Olga fue una gran concertista de violín; no olvidemos que el Real Conservatorio de Madrid le otorgó en el año 1.941, el Primer Premio de Música de Cámara.
Cuando a finales de los 60 debutó en un local de la calle de la Palma para dedicarse al cuplé (que se reinventó) su faceta como violinista quedó algo desdibujada aunque nunca dejó de pulsar aquel delicado instrumento que era “el descanso” de su voz.
Pero bendito fue su desvío al cuplé que en ella, no sólo encontró su mejor expresión, sino que hizo una invaluable labor rescatando del olvido muchos cuplés que estaban totalmente olvidados…
Seguramente, en estos momentos Olga nos contempla asomada a alguna castiza nubecilla, porque estoy convencida que el 25 de Agosto de 2005 se fue directamente de Madrid al Cielo con su Cipri.
Mi agradecimiento a Faustino Castilla, director y alma de la revista Viajes y Turismo por su eterna “Olgadicción”.
Olga María Ramos
Cupletista y cupletóloga
«Olgadiccion» de la Revista de Viajes y Turismo
El año 2004, un año antes de dejarnos Olga Ramos, la Revista de Viajes y Turismo, concedió sus galardones anuales y en aquella edición, en el apartado de «Honoris Causa», que se concedía a los personajes de mayor trascendencia para la publicación, la destacada distinción a Olga Ramos, por su arte y dedicación en torno a la música, el canto y el espectáculo, en lo que se denominó, «Cupletista orgullo del arte del Cuplé.
Acompañaba en este galardón, nada más y nada menos a Luis García Berlanga, por su «Dedicación al cine durante toda una vida». Se trataba de dos figuras irrepetibles en torno al mundo de la cultura, adornados con la máxima calidad humana de lo que ambos podían presumir.
Como puede verse en el acto de entrega del galardón, Olga Ramos agradeció el reconocimiento que nuestra publicación hizo a su trabajo y calidad personal, no en vano en esta publicación disfrutamos de una declarada y completa, «Olgadicción», que presumimos donde quiera que nos encontramos, especialmente cuando recordamos a tan impresionante artista y que repetimos, cuando informamos de las muchas actuaciones de su hija, Olga María.
El acto de entrega de este galardón se celebró en un lugar muy original como es Aranda de Duero, en el Restaurante El Ventorro, en plena Ribera del Duero, con una amplia presencia de prensa, radio y televisión, y una nutrida muestra de invitados y premiados, que dieron cumplido reconocimiento e información del acto, que fué recogido por diferentes medios de comunicación nacionales y extranjeros.
De las Noches del Cuplé al Museo del Cuplé
En pleno barrio de Malasaña, en la Calle La Palma, Olga Ramos hizo las delicias de madrileños, nacionales y extranjeros, con su espectáculo de «Las Noches del Cuplé, donde se congregaba todo el que quería conocer a Olga Ramos y deleitarse con sus interpretaciones, acompañada del tipismo y el casticismo de Madrid del Chotís.
Antes de ser lo que era esta instalación, también fue entre 1968 y 1974 el restaurante-espectáculo, «El último cuplé» – como la película de 1957 de Juan de Orduña, protagonizada por Sara Montiel –. Allí Olga Ramos comenzó como violinista hasta que un cliente del Gran Café Universal –donde actuaba junto a su marido, el músico y compositor Enrique Ramírez de Gamboa «El Cipri» – la reconoció y le pidió que cantara La Mariblanca. «El resto de artistas se acabaron yendo porque solo querían oírla a ella», recuerda su hija.Olga María.
El dueño del local, que era músico, puso a su disposición un archivo con partituras antiguas y fue entonces cuando, en las manos y en la voz de Olga Ramos, aquella música que había triunfado a principios del siglo XX y que había caído en el olvido volvió a sonar. «Ella hizo una labor importantísima rescatando cuplés que no habían vuelto a cantarse. Rescató el género, no se limitó a cantar».
En 1999, con la muerte del propietario del local, los herederos del inmueble pusieron fin al alquiler y las presionaron para que se marcharan cuanto antes: «Fue un atentado contra la cultura madrileña», sentencia Olga. Ángel del Río, periodista y cronista de la Villa, escribió que «cuando se cerraron «Las noches del cuplé, a Madrid se le paró su viejo corazón».
Olga María posa en el Museo del Cuplé de su casa || Crédito editorial: Pedro Pineda
Las Ramos – a las que ya por aquel entonces se podía ver cantando juntas, a pesar de las reticencias iniciales de la matriarca, y a las que se les conocía cariñosamente como Las Olgas – apenas tuvieron tiempo de recoger sus cosas y meterlas en bolsas. Así, guardadas y ocultas, permanecieron durante mucho tiempo hasta que en 2006, un año después de que muriese su madre, Olga María decidió desempolvar esa parte de su historia familiar – esa parte de la historia de Madrid – para convertir una de las estancias de su casa en el Museo del Cuplé y de las Ramos.
La mayor parte de la colección la constituye el mobiliario de «Las noches del cuplé», a lo que se suman los instrumentos de sus padres, muchas fotografías, premios, partituras, los trajes de su madre, abanicos, una pianola del siglo XIX y mantones de Manila, muy antiguos, entre los que se encuentra uno isabelino de seda natural del siglo XIX:
El valor de la colección no reside solo en los objetos, sino también en la reivindicación que supone del género del cuplé –»Fue una auténtica crónica de su época, porque muchos se basaban en noticias o hechos de actualidad, como El sátiro del ABC«–, y de todas aquellas mujeres que lo interpretaron: las cupletistas.
«Cuando hablas del cuplé todo el mundo piensa en Sara Montiel, que fue una gran estrella. Pero ya no se habla de La Bella Chelito, Raquel Meller, La Goya o La Fornarina«..
«Es una injusticia que esas mujeres, que fueron diosas, estén tan olvidadas. Mientras yo viva siempre estaré nombrándolas». Siempre, asegura Olga. «Eran mujeres valientes que se lanzaban a un escenario muchas veces por necesidad económica y casi todas empezaban haciendo cuplé ínfimo, que era el más picaresco. Casi verde», explica Olga María.
Olga María, que ha seguido los pasos de su madre, también es cupletista y, además, se autodenomina «cupletóloga» (porque también estudia, divulga y escribe sobre el género): «El cuplé es cultura. Evoca una época y su importancia musical es enorme: por la variedad de estilos que tiene, los ritmos que lo acompañan… No se puede perder. Y aquí estoy yo, defendiéndolo».
En esa incansable defensa. Olga María Ramos, ha hecho prácticamente de todo: actuar, dar conferencias cantadas, escribir un libro (De Madrid al cuplé: una crónica cantada, al que se sumará otro), montar el museo, abrir el blog Del cuplé a la revista («en el que no he vuelto a entrar porque se me han olvidado las claves») e, incluso, ir a Got Talent (se puede ver un fragmento en TikTok). Todo para darle visibilidad al cuplé.
Su sueño, sin embargo, pasa por considerar lo siguiente: no debería ser una responsabilidad individual poner en valor y divulgar sobre algo que es parte del patrimonio cultural y musical de Madrid. Es por eso que pretende que su colección pase a formar parte de un museo en el que puedan disfrutar de ella todas las madrileñas.