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José Antonio de Yturriaga e Inocencio Arias:  ¿dos intelectuales resentidos?

Estudio histórico denominado «Ustedes Perdonen, señores caníbales» planteado por el embajador José Antonio Yturriaga. (Párrafos destacados sobre un Estudio Intelectual de 7 folios de extensión de gran interés histórico)

USTEDES PERDONEN, SEÑORES CANÍBALES

En 2019, el presidente mejicano, André Manuel López Obrador (AMLO), remitió una carta a Felipe VI, en la que le exigía que pidiera perdón por la conquista de Méjico y por los abusos cometidos durante la colonización del país. El Rey no contestó a tan extravagante e impertinente misiva y el Gobierno español respondió con un comunicado en el que lamentaba que la carta se hubiera hecho pública, rechazaba con toda firmeza su contenido y afirmaba que “la llegada hace 500 años de los españoles a las actuales
tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas.

Nuestros pueblos hermanos han sabido siempre leer nuestro pasado compartido sin ira y con una perspectiva constructiva, como pueblos libres con una herencia común de una proyección extraordinaria”. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comentó -por una vez con razón- que la colonización de Méjico no podía juzgarse desde una perspectiva moderna.

Como ha señalado Gabriel Tortella ¿alguien se imagina al presidente de la República francesa exigiendo al de la República italiana que pida perdón por la conquista de las Galias por Julio César, o al presidente de Irán reclamando a sus colegas de Grecia o de Macedonia que se disculpen por las conquistas de Alejandro Magno? En el caso de España sería aún más complicado, porque no se sabe a qué Estado tendría que exigir explicaciones por la invasión de los iberos, y si habría que hacerlo a Irlanda por la
de los celtas y a Túnez por la de los cartaginenses. Está clara que la exigencia de responsabilidades a Italia por la colonización romana, pero no lo está a quién habría que exigírsela por la conquista musulmana: ¿a Siria, Irak, Marruecos o Turquía? Si se siguiera la tesis de AMLO, el mundo entraría en una orgía ridícula de reclamaciones y peticiones de perdón, que conducirían a una marea de odios, recriminaciones y resentimientos absurdos y conflictivos, que podrían continuar hasta el infinito y más
allá. “Los hechos pasados deben ser juzgados por los historiadores y los Gobiernos deben abstenerse de meter en ellos sus torpes manos”.

¿Fue correcta y adecuada la carta de AMLO a Felipe VI?
Según el profesor mejicano Ricardo Cayuela, AMLO no envió su carta para exigir justicia, sino para reforzar la cohesión interna, a través de un adversario externo conveniente, y recurrió al componente antiespañol presente en la narrativa oficial de los Gobiernos mejicanos. En el siglo XIX, EEUU arrebató a Méjico un 55% de su territorio, en una contienda muy desigual, que el presidente Ulysses Grant calificó de “la guerra más injusta de la Historia contra una nación débil”. ¿Por qué el Gobierno mejicano no exige disculpas y reparaciones al estadounidense? Pues porque -en opinión de Inocencio Arias en su artículo “Albares y su amo compran la Leyenda negra”- los presidentes norteamericanos lo mandarían a freír espárragos, pero España es diferente y Albares “hocicando ante los mejicanos como quiere Sánchez, se postra y recoge parte de las falaces tesis de sus dirigentes”.

Los políticos mejicanos han exaltado las culturas prehispánicas y denostado sistemáticamente la colonización española, y esta versión acrítica de la Historia se ha reflejado en los libros de texto. Según el historiador mejicano Juan Miguel Zunzunegui, en la escuela le enseñaron la gloria maravillosa de los pueblos aborígenes y la infamia de los colonizadores españoles, que trajeron la corrupción, la enfermedad y la desgracia.

Como ha manifestado en su libro “Al día siguiente de la conquista”, los mejicanos entienden de forma simplista la colonización. “Papá cruzó el mar, violó a Mamá y así nació Méjico”. Mesoamérica en 1504 no era la Arcadia feliz que nos cuentan, pues vivía en la tecnología de la piedra y el palo, y en el sistema de las creencias de los chamanes que hacían sacrificios humanos. No eran peores que los europeos, pero
estaban aislados del mundo y no tenían acceso a la innovación. Los españoles llegaron, trajeron la rueda, el arado y la yunta de bueyes, y adelantaron 5.000 años en un día. Los aztecas o mexicas bajaron de California y se enfrentaron a las tribus aborígenes, a las que vencieron y explotaron de forma cruel. Era un pueblo profundamente resentido que odiaba sus vecinos y practicó una política de venganza, que se basaba en una teología que justificaba los sacrificios humanos ajenos y la antropofagia -los aztecas nunca sacrificaban a los miembros de su tribu-.

 Como ha observado Tortella, la terrible religión de los aztecas postulaba la necesidad de abrir el tórax de sus enemigos y ofrecer a la deidad el corazón palpitante de la víctima, cuya carne era después devorada. Los historiadores han estimado que cada año se sacrificaba entre 20 y 30.000 seres
humanos. Según Zunzunegui, Hernán Cortés encontró en América a pueblos que no entendía, que le daban miedo y a los que quizás despreciara, pero a los que vio como prójimos. “España se comportó como se comportó por ser España, porque era diferente al resto de Europa. Llevó a América el arte y la lengua, fundó ciudades, universidades y hospitales, firmó capitulaciones e hizo gramáticas”. Desde que tocó tierra, Cortés hablo de paz y firmó alianzas con todos los pueblos aborígenes, salvo los aztecas.

Una pifia más de Albares

Con motivo de la inauguración en el Instituto Cervantes de la exposición “La mitad del mundo. La mujer en el México indígena”, nuestro parlanchín Canciller, José Manuel Albares, afirmó que ha habido dolor e injusticia con los pueblos originarios de México. Es parte de una historia compartida que no puede negarse, ni olvidarse, pues – como toda historia humana – tiene claroscuros. “Hubo injusticia, justo es reconocerlo.

No podemos negarla, ni olvidarla”. 

No cabe echarle toda la culpa a Albares, que ha seguido obviamente las instrucciones de su amo y señor, que ha sufrido uno de los habituales ataques de “cambios de opinión”, y ahora considera que ya sí puede juzgarse la colonización de Méjico a la luz de consideraciones contemporáneas. Vaya Vd a saber a qué se ha debido esta enésima rectificación de sus propia palabras. 

Hay algún malpensado que dice que ha actuado como el español residente en Méjico, que ordenó en su testamento que, si moría en Méjico, lo enterraran en España y que, si moría en España, lo enterraran en Méjico. Cuando un amigo le preguntó a qué se debía la inclusión de esta cláusula, le contestó: “Para fastidiar”.

Esta confesión de culpabilidad histórica por parte de Albares ha sido recibida con división de opiniones, como en los toros. García Margallo la ha calificado de “error histórico” y Tortella de “metedura de pata”. 

Para Cayuela, si esta declaración obedeciera a un acuerdo discretamente pactado con el Gobierno mexicano para cerrar el episodio de forma pragmática, debería entenderse como un gesto diplomático, pero sí, por el contrario, se tratara de una iniciativa sin una contraprestación ni un marco negociado, el error trascendería lo simbólico y entraría en el terreno del desastre político. 

Ceder sin presión efectiva abre la puerta a futuras exigencias. El Gobierno de España ha cedido demasiado últimamente: ante Puigdemont, ERC, PNV y la izquierda radical. “Esa dinámica de concesión sistemática, sin obtener nada a cambio – salvo un día más en La Moncloa – genera una percepción de país débil y sin guía, un patrón de abuso que otros Gobiernos – como el mexicano, el marroquí o el estadounidense -pueden ver como una oportunidad para obtener concesiones y privilegios”.

“El País” ha acudido raudo a respaldar a su Gobierno: “Al reconocer la injusticia y el dolor causados a los pueblos originarios mexicanos, España ha dado un paso de trascendencia diplomática y simbólica, que rompe con años de silencio […] Es una señal de madurez en un vínculo que ha estado marcado por la incapacidad los últimos años, pero que empieza a mirar el pasado con serenidad y sin miedo”. 

El valor de reconocimiento explícito de los agravios es incuestionable. Es un acto que rompe con años de cautela respecto de la herencia colonial y envía una señal de buena voluntad: la Historia compartida entre España y México no solo puede celebrarse en sus evocaciones de amistad, sino que debe también examinarse en sus claroscuros. “Solo así podrá consolidarse una relación madura, capaz de asumir tanto el orgullo como la responsabilidad de un pasado común. 

El desafío ahora e s convertir este reconocimiento en política sostenida. España puede hacer de esta nueva etapa una oportunidad para redefinir su papel en América Latina, alejándose del paternalismo que durante décadas marcaron la relación. 

Mirar de frente el legado colonial no debilita España: la engrandece”. España debe perseverar en la senda de la autocrítica y la cooperación. Lo que comenzó con una frase puede devenir, si hay coherencia, en una política de Estado. ¡Tachán! Sánchez no podría haberlo dicho mejor.

La Dra Sheinbaum, condescendiente, dio la enhorabuena a Albares por este primer paso, al que deberían seguir muchos otros, por lo que la humillación no ha hecho más que empezar. Roma no paga traidores y Ciudad de México tampoco, por lo que Dña Claudia mostró su agradecimiento al ministro pidiendo su dimisión. 

Según “El País”, la reacción “serena y positiva” de ésta abre la posibilidad de retomar un diálogo basado en la confianza y no en la exigencia (¿?). México ha respondido con altura de miras y tendido la mano. “Si ambos Gobiernos mantienen ese espíritu, podrán construir una amistad adulta, basada en la memoria compartida y el respeto mutuo. En un mundo dominado por la desmemoria y el ruido, este reconocimiento no es un gesto menor, es una lección política. España y México, unidos por una historia que aún duele, pueden también demostrar que de las sombras del pasado nace la posibilidad de
una alianza luminosa. Mirar el dolor y convertirlo en diálogo es el acto más civilizado al que puede aspirar una democracia”. Habló “El País”, punto redondo.

Acción de desagravio

Arias se ha preguntado cómo pudo Cortés dominar un imperio colosal con 740 hombres y tres docenas de caballos. “Es cierto que resultó ser un buen líder, pero pudo llevarlo a cabo porque los aztecas no eran unos bonachones filántropos. Eran una élite férrea, que sometió con brutalidad a las tribus vecinas, a las que obligaba a entregar anualmente miles de personas para ser sacrificadas y posteriormente
devoradas. Sí, sí, eran caníbales”.

Estando de acuerdo en gran parte del contenido histórico planteado por el autor, este escrito destila en algunos de sus párrafos, de forma totalmente injustificada, ataques y críticas inadecuados – no vienen a cuento con el resto del estudio intelectual – al ministro Albares y al presidente de mi Gobierno español – supongo que es también del suyo – aprovechando que analiza unos hechos históricos y su análisis actual, llegando a calificaciones como «Por una vez con razón»., al señalar palabras de Pedro Sánchez.

En otros párrafos llega a señalar el autor al ministro Albares y a Pedro Sánchez como, «compradores de la Leyenda negra«, algo de difícil comprensión para un intelectual de este nivel.

Sin olvidar un comentario incomprensible, apoyándose en, ¿ otro resentido como es Inocencio Arias ?,  donde asegura, «pero España es diferente y Albares “hocicando ante los mejicanos como quiere Sánchez, se postra y recoge parte de las falaces tesis de sus dirigentes”.

Es una pena que tan intelectual estudio pierda su calidad informativa por los inadecuados comentarios hacia dos personas que poco tienen que ver con este estudio histórico de gran mérito y que podría servir para defender – con todo derecho – afirmaciones al respecto que tienen gran actualidad y necesitan de su tratamiento informativo  e interpretativo.

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