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Con el perdón no basta

¡Qué patéticos son algunos políticos que mandan en España! Afianzan lo que parecía ser un tópico secular, o sea que España es diferente. Y en muchos aspectos, sí lo es. Ahora les llueven a su alrededor cientos de casos de corrupción e ilegalidades evidentes y contrastadas que les salpican y lo único que se les ocurre decir a determinados dirigentes o ex-dirigentes, es pedir perdón y lamentar que en sus filas “se hayan colado” personas con aviesas intenciones, con afán de medrar y de meter la mano en la bolsa e, incluso, llevarse un dinero de dudosa procedencia a paraisos fiscales.

Alegan que ellos, o ellas, ignoraban que tales desaprensivos fueran de tal ralea mafiosa, después de muchos años de convivir con ellos, de asistir a congresos, de comer o divertirse juntos. Esto no parece creíble Es como si un señor o señora, después de llevar casados 20 o 25 años dijera, que no sabe cómo piensa o cómo se comporta su cónyuge. Algo parecido a lo ocurrido con Urgandarín, cuya esposa, la hermana del rey de España, alegaban que no sabía nada de las andanzas de su marido…

Además de la ignorancia que manifiestan determinados políticos en activo, existe otro defecto, muy arraigado en este país, que es el de no dimitir cuando se descubre alguna anomalía en sus actuaciones. Generalmente, el afectado no dimite de “motu proprio” y si lo hace es obligado por la ley o por las recomendaciones de sus partidos. Pero tampoco lo hacen el responsable, o responsables, de quienes los han nombrado o admitido en el seno de sus partidos. No sucede lo mismo en la mayoría de los partidos auténticamente democráticos de Europa y de otras partes del mundo.

En vista de los hechos, parece ser que la Real Academia de la Lengua Española ha decidido suprimir en el verbo “dimitir” la primera persona del singular y del plural, ya que “yo dimito”, “nosotros dimitimos” no existen y son “los otros” los que deben dimitir, no ellos. Bueno, esto lo digo ya para relajarnos un poco…

Da la sensación de que algo está cambiando. Cada vez son más los jueces que intentan que se le tenga más respeto a las leyes de España. Están sacando a relucir bastantes casos delictivos sin mirar quienes son los que los cometen o a qué partido pertenecen y eso ya es positivo. Van perdiendo el miedo y tienden a afianzar la independencia del poder judicial con respecto al político. Lo que necesitamos los ciudadanos ahora es que no flaqueen ni cesen en su empeño, y que sigan encontrando todo el apoyo de los tribunales y de las fuerzas policiales, si de verdad deseamos vivir en un auténtico estado de derecho.

Así que el perdón que tanto pregonan ahora los dirigentes del PP, o de otros partidos, no es suficiente. Es preciso que haya sentencias ejemplares, sin dilaciones, ni tiempos que no acaban presentando recursos y demás impedimentos. No es admisible tampoco que determinados políticos digan ahora que “debe caer todo el peso de la ley” sobre quienes han utilizado la política para delinquir, máxime cuando algunos de ellos no han sido, precisamente, un ejemplo a seguir. Existe mucha hipocresía en esas declaraciones rimbombantes. Además, se trata de una frase retórica porque, por desgracia, sabemos que la ley en España “es un peso pluma”, y, por tanto, no tiene peso.

El peso vendrá cuando haya una reforma profunda del código penal, adecuada a los tiempos y a los delitos que se cometen, cuando se atrevan a revisar la constitución, o a regenerar la actividad política, no admitiendo a personas que carezcan de ética o no vayan precedidos de buenos antecedentes. Y también cuando se legisle que cualquier implicado en asuntos turbios cuando ocupan cargos relevantes o no relevantes en la actividad pública o en la privada, dimitan sin dilación. No olviden que si hay corrupción es que también hay corruptores. Estos también deben pagar. El peso vendrá también cuando los que han robado dinero o se hayan beneficiado de sus cargos y prebendas, sean encarcelados, cumplan sus condenas o devuelvan el capital, que han atesorado, los que se lo han llevado, claro. Cuando todo esto que exponemos se cumpla, entonces sí que habrá auténtico peso de la ley. La impunidad en toda clase de delitos debe acabar.

Para terminar diré que sé que existen también personas en la política que son honradas a carta cabal y que trabajan por el bien de los demás, de sus localidades, de sus autonomías o de su nación. No soy de los que les gusta generalizar. Pero es cierto que en todas partes cuecen habas.

En cuanto a nuestro futuro, al futuro de España y las nuevas generaciones, vienen pisando fuerte otras personas jóvenes que prometen, que dicen que intentarán cambiar esta política sometida a las bancas, al neoliberalismo, a las presiones de las multinacionales. Yo no defiendo, ni dejo de defender, a ese nuevo partido llamado Podemos. Es una incógnita, como todas las incógnitas habrá que despejarlas a ver qué pasa. Parece que está arraigando en la población debido al desencanto que han sufrido, tanto por Rodríguez Zapatero como por el actual gobierno de Rajoy y los casos de corrupción que tiene encima.

Esperamos que no nos vengan ahora con fórmulas tan fallidas como las que rigen en Cuba o en Venezuela, por poner algunos ejemplos. Son modelos fracasados y no han logrado ni bienestar en la población ni en la economía de sus países.

Jose M. Balbuena Castellano.

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