El pregonero

Un indeseable quiere gobernar a un país decente

Los resultados de las recientes Elecciones Generales dan para muchas críticas  e informaciones de todo tipo, cuestiones que es conveniente practiquen todos los españoles, hayan votado o no, porque a todos traerán consecuencias los resultados electorales en breves fechas.

Pero una de las primeras cuestiones que se nos plantean es la de que, un indecente quiere gobernar este país, también llamado España, y hacer de su peculiar filosofía política, la manera en que los próximos cuatro años funcione una sociedad, en su mayoría decente, aunque una parte importante de los votantes haya optado por dar su confianza en las urnas a un indecente.

Naturalmente nadie podrá acusarme de insultar a un político, porque otro, en una reunión electoral, trato a otro de indecente, por lo que, difícilmente se me puede aplicar la «Ley Mordaza», hecha para que este tipo de comentarios no puedan ser hechos por los españoles, amparados por el articulo 20 de la Constitución que tiene superior rango a esa miserable norma de nombre impresentable.

Así las cosas, la amenaza está clara. Debemos estar preparados para más de lo mismo, para seguir padeciendo al indecente y su tropa de ayudantes, sin que sea posible romper una dinámica que de paso a otros problemas diferentes, porque con semejante colección de impresentables, difícilmente puede modificarse – cosa completamente necesaria – una Constitución que, tras 37 años necesita cambiar de forma urgente numerosos asuntos que se han quedado antiguos.

Y es que, aunque no llegasen a gobernar, -esperemos que se lo impidan unos y otros- en la oposición seguirían siendo un problema ya que las obligaciones que conllevan los cambios que necesita esta modificación, serían puestos en tela de juicio, por la citada tropa y quienes les manejan, anteponiendo  sus intereses particulares a las necesidades de la inmensa mayoría de los españoles.

Es difícil imaginar que todos estos males deban ser padecidos por los españoles normales, pero no vendría mal ponerse en lo peor y prepararse para ello. Mientras tanto, como soñar es barato, y estas fiestas de paz y felicidad así lo recomiendan, esperemos que ningún impresentable – puede surgir esta especie en cualquier grupo político – nos gobierne. Amén.

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