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Carlos III alcalde de Madrid

Carlos III era para sus contemporáneos el “Soberano ilustrado” y, como tal, mecenas de las artes, el monarca constituye el referente más indiscutible en la fértil relación que han mantenido la Corona y la Cultura en España durante la Edad Moderna. Su gobierno, además de las grandes obras públicas que promovió, supuso la intervención estatal en aspectos estéticos a una escala amplia y variada. Pero sin duda donde con más claridad se perciben tales innovaciones es en el propio entorno del monarca, en el arte cortesano creado bajo su directo mecenazgo.

Estas obras artísticas, que servían para la vida cotidiana del rey y su familia, estaban pensadas tanto pa ra fines funcionales, como ornamentales y representativos: su calidad, su magnificencia y suntuosidad, su tono cosmopolita constituían toda una declaración de poder. Expresaban no sólo la majestad del rey, sino la de la vasta monarquía simbolizaba en su persona. En sus palacios – tanto el de Madrid como el de los cuatro sitios reales donde la corte pasaba cada estación del año – se expresaba esta alianza entre el poder y la ilustración mediante todas las bellas artes: la pintura con figuras como Giambattista Tiepolo, el ya mencionado Mengs y todos sus discípulos españoles, entre ellos el incipiente genio de Francisco de Goya; las artes decorativas merced a las Reales Fábricas de tapices, de porcelana y piedras duras, de cristales y de relojes, y a los talleres dirigidos por diseñadores como Mattia Gasparini.

Reconocibles aún en los palacios, pero en gran medida dispersas en nuestros días, debido a la misma evolución de la vida cortesana y a los avatares históricos, las obras ornamentales creadas para expresar la magnificencia de Carlos III constituyen uno de los tesoros culturales más deslumbrantes de nuestra Historia Moderna.

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