El pregonero

El derecho a la libertad de expresión en peligro

Un derecho fundamental en una duda permanente de aceptación general

El pregonero tuvo unos días de silencio pero vuelve a la faena, aunque no sea por una agradable cuestión. Y es que como se ha demostrado en París en estas pasadas fechas, la libertad de expresión ha sido violentada, atacada y tratando de que desaparezca. Nada nuevo, por cierto, porque de una u otra forma, anular esta derecho fundamental es práctica diaria en mayor o menor grado para quienes nos dedicamos a esta profesión.

Naturalmente este terrible ataque contra el derecho a la expresión ha sido en esta ocasión algo más que una protesta, a los que estamos acostumbrados los periodistas a soportar. La xenofobia, la racismo, la religión y la política han rodeado y marcado lo ocurrido en Francia, país de acogida durante siglos, y  donde hechos como este, con las derivaciones señaladas, han tenido una respuesta y un tratamiento muy especial.

El riesgo de una respuesta desacertada es muy serio y difícilmente previsible, porque los elementos que han intervenido – especialmente los religiosos y los racistas – están en este país, al igual que en otros, en tela de juicio, y quizás pueda haber represalias contra inocentes, dado que el país vecino tiene en la política francesa un partido político, de corte racista,  ultraderechista y xenófobo  que puede suponer un importante papel en la toma de decisiones y representa a unos votantes que quizás puedan comportarse de forma inadecuada.

El pregonero – como muchísimos periodistas –  ha sufrido presiones, impedimentos, recortes de todo tipo y las máximas presiones sobre su libertad de expresión. Recientemente debimos sufrir hasta un intento de querella – algo de risa, porque ni siquiera el fiscal admitió el contenido de la querella y la jueza, archivó la misma sin siquiera celebrarse juicio – de una asociación corrupta como es Fepet.

En todo caso no viene mal  que la utilización de la libertad de expresión, que afectan a grupos humanos, como las ideas religiosas, por parte del trabajo de los periodistas, sea prudente y sobre todo respetuoso con determinadas cuestiones, que creen falsas o verdaderas polémicas y pueden dar pie a los violentos a no admitir esta libertad de expresión que contempla la democracia.

Ejemplo de ello puede ser el  inaceptable tratamiento de muchos medios de comunicación, sobre la inmigración, donde la llegada de “sin papeles”, no ha sido demasiado adecuadamente realizado,  lo que limita los derechos fundamentales de estos seres humanos que no pueden ser tratados como lo han sido y lo siguen siendo.

Así las cosas, es conveniente valorar el trabajo de los periodistas y no salirse de los límites de una libertad de expresión que debe defenderse, pero que también debe tener unos planteamientos que no afecten a la dignidad, la imagen, las creencias y los derechos fundamentales de quienes se informan en los trabajos periodísticos.

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